domingo, 13 de febrero de 2011

el fútbol y la policía

esa gran mentira del siglo XX, porque el fútbol y la policía nunca tuvieron nada que ver.

el 8 de mayo de 2010, en el estadio Ciudad de Vicente López, Platense igualaba como local 1-1 con Quilmes y descendía por segunda vez en su historia a la Primera B Metropolitana. tuve la desgracia, como hincha, de presenciar ese partido, así como la mayoría de los de esa campaña. hablo de una desgracia futbolística, más allá de la situación de club. desde los primeros partidos, rápidamente nos despedimos de todo sueño de volver a primera, al ver el abismo futbolístico que había con otros equipos del interior, con más posibilidades económicas, apoyados por sus provincias, como ya todos saben. nunca me molestó esa diferencia. el problema es cuando los dirigentes del propio club no tienen luces, o tienen demasiadas. en todas las transiciones de torneo de los últimos tiempos, siempre se habló de que se podían conseguir mejores refuerzos de los que estaban trayendo, más baratos incluso, y que la dirigencia no se estaba avivando. cada seis meses, la misma historia, desde aquella gran campaña debut en la B Nacional en el año 2007. lamentablemente, esta vez teníamos que salvarnos del descenso de verdad, no como antes. esta vez, ya no había lugar a especulaciones. pero los refuerzos no rindieron, los resultados nunca llegaron, y yo ya no entendía cómo podía seguir pagando 34 pesos para ver un fútbol tan horrible. aquella tarde de mayo, un sábado, fui a la cancha esperando una fila eterna. una de esas filas que te hacen perder minutos de partido, quizá goles. ¿por qué tenía que estar tan acostumbrado a eso? el viernes pasado no, el otro (?) fui a ver al calamar contra acassuso (pueden hacer todos los chistes que quieran al respecto en los comments). suelo ir caminando a la cancha, casi nunca llego tarde. pero muchísimas veces, pierdo minutos, aunque juguemos contra acassuso un viernes, y no haya nadie. la explicación es siempre la misma:


mientras se pasa el tiempo en la fila, esperando a que la policía intente encontrar, como partido tras partido, la forma más inútil de hacer pasar a la gente a la popular, uno se ve obligado a pensar que, además de estar pagando los sueldos de esos muertos que trajeron, que después van a inhibir al club porque los sueldos nunca les llegaron (al igual que en innumerables clubes, hay que reconocerlo), uno está pagando por un operativo policial. llega a despertar dudas, en varios partidos (siempre hablando del ascenso, por experiencia propia, y esto es importante para lo que viene después), que la proporción de policías e hinchas es absurda, como mínimo. cobanis de provincia, imposibles de contar, atrás y adelante, a izquierda y derecha, en fila y vigilando, amando su trabajo, como buenos polis. ¿cuántos son? ¿cuánto costará este operativo? en todos los partidos, la montada, cabalgando por la calle, dejando soretes de caballo por ahí, mirando desde arriba, con la sonrisa característica del rati, patrullando... ¿qué?

esa última pregunta, nos lleva al 25 de junio de 2007. en su propia cancha, en el partido de vuelta de la promoción, Chicago perdía 1-2 con Tigre, que había ganado el partido de ida 1-0 y que además tenía, a los 40' del ST, un penal a favor. insoportable panorama para la barra de chicago, que inmediatamente se acercó a tirarle piedras al banco del gato comilón matador de victoria, donde se refugiaban cagna, sus colaboradores y los suplentes. luego, el primer error clave de la bienamada policía federal, sector mataderos: vaya uno a saber por qué, abandonaron la protección de la zona del arco de Navarr* M*nt*ya (aclaración, tengo que censurar el apellido si deseo la prosperidad de este blog, sepan entender), donde se iba a patear el penal, y así los hinchas del torito empezaron a entrar a la cancha como hormigas, para armar quilombo, desnudar a su arquero y otras cosas que suelen hacer los hinchas de los clubes que descienden de categoría. tan previsible como inevitable, la violencia en el fútbol existe no sólo desde que el hincha es hincha. en la edad media, los ingleses armaban un picado (?) entre dos pueblos, que tenían que patearla y llevarla al pueblo rival, sin límite de jugadores ni tiempo estipulado, y donde se mataban de las formas más cruentas sólo por el honor de ganar el partido. en la actualidad, lo que se busca evitar a toda costa es el choque entre dos hinchadas, aún cuando en muchísimos clubes (River, Newell's, Estudiantes, Racing y la lista sigue ad infinitum) los problemas internos de las barras son más cotidianos que los crucen con otro equipo. de eso, se supone, se encarga la policía, que tiene que cumplir con una logística planeada, antes, durante y después del encuentro. aquella tarde de mataderos, cuando se fue todo al carajo, no sólo los fanáticos que invadieron la cancha fueron a apedrear a los visitantes en su tribuna, cruzando la cancha sin ningún tipo de impedimento, sino que afuera, a dos cuadras, ocurrió lo peor: la policía, volviendo a demostrar su ineficiencia, o su desidia, en vez de mandar a los hinchas de tigre a la zona de la general paz (su salida habitual cuando juega en muchas canchas), los mandó para el otro lado, a la boca del lobo; y peor aún, después se lavó las manos. en esos enfrentamientos, con cascotes, balas de goma, gases lacrimógenos, saqueos, micros incendiados, patrulleros destrozados, 14 heridos (11 civiles y 3 policías) y 78 detenidos, en ese caos, esta vez sí, totalmente evitable, falleció Marcelo Cejas, hincha de Tigre, de 41 años, de un piedrazo en la cabeza.

yo sé que la foto es chica, pero al primero que distinga a un policía
en esta imagen le regalo medio kilo de helado a elección (?)

"El operativo policial no falló. Simplemente sucedió que 15.000 hinchas de Chicago empezaron a hacer fuerza para entrar a la cancha y con nuestros 360 efectivos no pudimos contenerlos", había argumentado aquella vez el comisario Claudio Marcelo Stábile, titular de la seccional 42 y responsable del operativo. ok, está por descender chicago, y le ponen 360 cobanis. dejo que ustedes lo analicen por su cuenta.

producto de aquel incidente, en la AFA decidieron arrancar el problema de raíz y pensaron: "es corta la bocha, no podemos solucionar la violencia en el fútbol, ni erradicar a las barras, ni controlar todos los operativos policiales; entonces saquemos el público visitante para que no pasen más estas cosas. pero sólo el del ascenso, no sea cosa que se nos caguen los acuerdos televisivos y los altos ingresos de nuestros negociados con los clubes de Primera, eh" (?) así fue, y para la temporada siguiente, los hinchas cuyos clubes participaban de la B Nacional para abajo ya no pudieron seguir legalmente a su equipo a todas partes. algunos los siguen con pases falsos de periodista, muchos van encubiertos, pero lo que se conoce como "masa de público visitante" ya no existe más en el ascenso. es muy discutible la razón por la que se discriminó de esa forma, con total impunidad, a los hinchas de los cientos de clubes que sueñan con jugar en la A; sobre todo, teniendo en cuenta que el partido que se tomó como referencia para esta decisión era un partido de Promoción, que según los papeles, es un partido de Primera División. sin embargo, por conveniencia y a su vez para poder acallar a quienes reclamaban una medida inmediata y eficaz contra la violencia, se privó sólo a los hinchas del ascenso del derecho de seguir a su equipo de fútbol.

durante los últimos años, se han realizado marchas autoconvocadas de hinchas de todos los clubes, del ascenso y de primera, en las puertas de la AFA, para reclamar por la vuelta del público visitante. ya que hablaba del lugar que el periodismo le da a ciertas cosas, este es un buen momento para hacer notar la obsecuencia del periodismo poderoso para con la AFA, limitándose a comentar sobre las marchas, en pequeñas notas sin importancia ni lugar en tapa, en vez de analizar profundamente y hacer lugar al reclamo. con los hinchas asesinados, ya sea en el hecho o en las marchas de protesta, se alimentaron del puterío morboso, necesariamente para ellos. pero no mucho más. el periodismo poderoso sólo responde a sus intereses. estar bien con la AFA, considerando los grupos económicos y las corporaciones a las que me estoy refiriendo, siempre fue uno de esos intereses.


desde esa decisión antisalomónica (?), y hasta el día de hoy, la violencia en el fútbol tuvo unos cuántos capítulos más. dos meses después de aquel traumático descenso de chicago, el 9 de agosto de 2007, caía asesinado Gonzalo Acro, en el summum de la interna entre Alan Schlenker y Adrián Rousseau, quienes se disputaban el liderazgo de los borrachos del tablón. en febrero de ese mismo año, ya habían dado un aviso de lo caldeado del asunto, en el famoso y confuso enfrentamiento en los quinchos. nadie hizo nada. la dirigencia del millonario, con José María Aguilar a la cabeza en su segundo mandato, deslindó responsabilidades e intentó ensuciar y encubrir la situación, mientras se seguían llevando la plata de las arcas del millo en silencio. sin tener que ver con la policía directamente, esto demuestra perfectamente que la violencia en el fútbol va mucho más allá de lo que sucede en una cancha un fin de semana. realidad 1, AFA 0.

al año siguiente, el 15 de marzo de 2008, otro caso resonó fuerte en el ambiente. San Lorenzo recibía a Vélez en uno de esos menticlásicos. en el camino al Nuevo Gasómetro, en la zona del predio de la quemita, sonaron disparos. un balazo le dio en el pecho a Emanuel Álvarez, hincha de Vélez, de 21 años. murió antes de entrar al hospital piñero. no se sabía si habían sido los de san lorenzo, los de huracán, y hasta se especulaba con que se habían juntado para el quilombo (!); finalmente, se encontró al tirador y asesino, Marcelo Aliendre, hincha del cuervo, a quien se condenó con 15 años de prisión. ¿qué pasó en la zona del incidente? era una zona no controlada por la policía responsable del operativo, que como en estos casos, sólo se aboca a organizar y controlar las zonas aledañas al estadio donde se va a jugar. nuevamente, un hecho de violencia en el fútbol. en un partido de Primera. realidad 2, AFA 0. y le restaría varios puntos, por haberse opuesto a que la fecha se suspendiera, como todos reclamaban.

podría citar otros casos, como el de Rodrigo Silvera, hincha de Huracán asesinado en noviembre de 2008. falleció tras 23 días de agonía luego de haber sido gravemente herido de un balazo en el tórax que le perforó el pulmón, en un enfrenamiento entre cuervos y quemeros, en el centenario del club de parque patricios. la policía había recibido dos alertas en los días previos de que se iban a enfrentar en cobo entre viel y doblas. ¿qué hicieron para evitar el choque? absolutamente nada. en junio de 2009, nuevamente el globo quedó en el ojo de la tormenta: en medio de Huracán - Arsenal, una interna entre dos facciones del quemero, que empezó a puño limpio en la tribuna, y terminó afuera en una pelea con armas blancas y de fuego, dejó el saldo de dos muertos más: Fernando de Respinis y Orlando Sosa, que fue asesinado mientras auxiliaba a un herido. el torneo estaba a una fecha de terminar, huracán había quedado puntero y la difusión que se le dio a este hecho gravísimo no fue la que merecía. y nuevamente, la yuta, bien gracias.
 
en el fútbol, como quedó demostrado, la violencia se puede dar de cualquier forma y en cualquier lugar. y en la mayoría de los casos, la policía tiene una enorme responsabilidad, ya sea por ausencia, por negligencia, por estupidez, y aún en más ocasiones, es directamente el foco del asunto. es emblemático el caso del jugador Carlos Azcurra, que defendiendo la camiseta de San Martín de Mendoza (en un clásico contra Godoy Cruz, suspendido a los 59' porque perdían 0-3 y los locales empezaron a armar bardo), se acercó a un policía, luego identificado como Marcial Maldonado, para pedirle, como al resto de la policía mendocina, y junto a los demás jugadores, que dejaran de disparar balazos de goma a las tribunas. como respuesta, el zaguero recibió uno de esos disparos, a menos de un metro de distancia y al pecho, poniendo en serio riesgo su vida y dejándolo fuera de las canchas por 5 años (en 2010, Deportivo Maipú le dio la chance de volver a jugar profesionalmente en el Argentino B).

"el día en el que un policía le disparó a un jugador" (año 2005)

podría seguir enumerando casos y situaciones de violencia generadas por la policía, hasta que el blog me tire una restricción por cantidad de caracteres. para darle un cierre a la idea, un ejemplo perfecto de cómo la policía, de una forma u otra, es quien genera el conflicto en un estadio: nuevamente podemos ver una desastrosa organización y problemas básicos en la logística del operativo, en aquel tremendo cruce entre barras de Talleres (RE) y Laferrere, en el momento en que llegaban los micros del villero a las inmediaciones de la cancha de El Porvenir, en Gerli, donde se debía jugar el partido (y además aprovecho para dejar algo del ascenso). en este video de ratis in action, lo explican los hinchas y la propia policía:

 "Lo que pasa es que no estaba previsto justamente que llegaran las dos hinchadas en el mismo momento, y lamentablemente... ocurrió lo que no queríamos que ocurriera" -un cobani, 3:40, simplemente maravilloso

aquel 8 de mayo de 2010, mientras veía al calamar descender por tercera vez en mi vida, inevitablemente, hubo quilombo a la salida. los policías, mientras tiraban balazos de goma y gases lacrimógenos, escenario bastante conocido para mí pero siempre indeseable, pegaban riéndose, hasta empujando a los chicos y a los ancianos. hay cosas que quedan en la cabeza. una de ellas es cuando ves a un policía que viene a reprimir al grito de "aguante Tigre". no era uno solo el que actuaba de esa manera y con esas palabras. y ya era sabido que mandaban a los cobanis de tigre a hacer estos operativos, es cierto. pero cuando lo escuché decir eso, mientras repartía para todos lados, inmediatamente pensé en el día en que tuviera un blog, para poder descargar en algún lado todo lo que un policía, con un arma y un palo, te hace callar en una fila eterna, esperando, siempre esperando que alguien haga algo.

1 comentario: